Había una vez... mi camino

“Dejamos de cuidarnos” allá, por agosto de 2011. Convencida, además, de que esto del embarazo sería un trámite. Qué ilusa. Vengo de muchos años de noviazgo, de cuidarme con una exageración casi enferma… Y heme aquí. Vacía, vacía. ¿Cómo puede ser que haya mujeres que se embaracen del aire?

Pasaron los meses, un año, seis meses más, y empecé a desesperar. Me atendía con mi gineco y obstetra de siempre, que nos pedía que “nos relajáramos”, que “era la cabeza” y otras pelotudeces por el estilo. A los ocho, nueve meses de búsqueda, el mismo médico me indicó hormonales, progesterona, histero y un cultivo. Y a mi maridito, espermograma completo (Kruger y otras yerbas). “Todo está bien, están los dos perfectos y no hay razón para que no queden embarazados”. Ajá… Ok, nos fuimos, aliviados, seguimos divirtiéndonos y a fin de año colgamos la sotana de la ansiedad prometiéndonos liberar –de verdad- la cabeza, cerrar los foros, dejar de buscarlo o buscarla porque todo estaba bien y no dependía de nosotros. 

En Internet –coincido, hay que leer con cuidado y no obsesionarse, claro, pero si una lee con criterio puede aprender mucho- supe que el aceite de onagra y la maca andina son suplementos nutricionales que, aparentemente, mejoran muchas condiciones del cuerpo… Entre ellas, la fertilidad. Entonces, Vicky probó. Realmente me sentí mejor, volvimos de vacaciones y llegó un nuevo ciclo. Que, para mi sorpresa, duró más de la cuenta… “Esto es raro, Marido. Acompañame porfa a la guardia, ¿tendré un desgarro?” No, mijita, usted está embarazada. “Mire, mire”, insistió el médico de guardia. Y sí, la hormona era baja y las noticias no eran buenas porque estaba sangrando, pero por primera vez y después de 18 meses, estaba embarazada. Me inyectaron progesterona a lo bobo, dijeron que las probabilidades eran pocas, me indicaron reposo y repetir la famosa beta cada dos días.

De nuevo en casa y convencidos de que no avanzaría (a ver, había literalmente “menstruado” con todas las letras), repetimos y la hormona se duplicó. VIDA, ¿POR QUÉ PERMITÍS QUE ME ILUSIONE? Porque es así, así de jodida. De asco nomás, compramos dos Evatest y sí, claramente positivazos.

En fin, resumiendo, la hormona dejó de crecer, fue terrible ver la desolación en el rostro de mi marido… Fue terrible tener que aceptar que no, que fue un "bioquímico" y listo, y que había que seguir esperando. Intentando. Probando, y dale que vamos… A no desistir… Y en momentos como ese me asombré de cómo podía de nuevo levantarte de la cama. ¿Cómo es que el mundo continúa?

Y sí, hay un motor interno misterioso, milagroso, no sé, algo adentro nuestro que nos arranca del sufrimiento para levantarnos y seguir adelante. El que busca encuentra, chicas. Es jodidísimo y frustrante, y sé que cada una tiene su propia historia, su camino sinuoso y su dolor privado. Pero se puede, yo creo firmemente que se puede.

Luego del bebé que no fue, intentamos buscarlo unos meses más sin médico de por medio a ver qué pasaba y me atrofié de maca y onagra (¡claaro!), pero nada de nada. Mis ciclos, divinos, sin manchitas entre ciclos, perfectos, hermosos… pero naranja. Entonces, en agosto de este año nos plantamos en el consultorio de mi gineco y le exigí que nos derivara a otra persona de su confianza que, contrariamente a él, hiciera fertilidad. Me vi en declaraciones catárticas del estilo “No me importa tener mellizos” y otras irónicas que no me acuerdo… Y henos aquí, al pie del cañón empezando con los tratamientos.

Este nuevo médico me hizo repetir hormonales y “descubrió” (no imaginan lo que putié a mi médico anterior, el que decía que estaba toooodo bien) que tengo un leve desfasaje entre las hormonas FSH/LH. No llega a ser SOP ni OP, pero me explicó que esa es –muy probablemente- la razón por la cual no ovulo todos los meses. Luego de una serie de monitoreos comprobó que, efectivamente, no ovulaba (a pesar de tener todos los meses de visita a la colorada). En criollo, me dijo que soy “medio lentona” y que necesito un empujón. Se llama clomifeno, es un antiestrógeno, bla, bla. Y con el clomifeno andamos (que, por cierto, me seca como la gran P...)

Aliento a todas las parejas que tengan dudas sobre su fertilidad que consulten y que se animen a pedir los análisis pertinentes. Busquen segundas opiniones, humilde y amarga experiencia.