Ayer maldecía en la almohada al mundo, a la vida, al por qué. ¿Por qué tengo que desear un hijo? Hay parejas que toman la decisión de no tenerlos; ¿por qué nosotros no podemos ser una de esas parejas?
Sí, ya sé. ¿Que les escapo al dolor...? Por favor, no me malinterpreten; considero que este camino hay que transitarlo como se puede, y en la técnica está la forma; las formas de caminarlo cambian (al menos a mí me pasa), hay días más felices que otros, días en los que reconozco mi fortaleza y la agradezco -porque considero que si la cruz fuera muy pesada jamás podría cargarla- y días como el de ayer, en los que maldigo al universo el dolor que tengo.
Ayer también visité a una amiga que hace banda que no veo -vive en otro país- y que tiene una beba -HERMOSA, por cierto- de 6 meses, y me contaba que se sentía un cacho distanciada de sus más íntimas, sobre todo luego de haber sido mamá. Es que ellas, me decía, "cometieron el error" de anunciar que querían ser madres y que empezarían a buscar. "Y fijate... las dos están con problemas, no quedan, no lo logran y es como si al verla a Emma -su bebé- no estuvieran realmente contentas de verla..."